El reciclaje es el proceso de recolección de ciertos productos que de otro modo se convertirían en residuos desechables, y así convertirlos en nuevos productos. A muchas cosas se les lleva a este proceso de “cambio” para darles una nueva utilidad o función.
Otra definición de reciclar: Es el proceso que tiene por objeto la transformación y recuperación de forma directa o indirecta, de los componentes que son desechados y pronto a convertirse en residuos.
Cada día crece la lista de lo que se puede reciclar: Papel, cartón, vidrio, plástico, aluminio, cobre, latas de aluminio, tipos de tela; el aceite usado de los autos, baterías, pilas… Sin embargo, este principio o proceso no es nada nuevo:
¿Hay algo que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido... Nada hay nuevo debajo del sol. Eclesiastés 1:9-10
Es verdad, este proceso de reciclar, es la novedad en nuestros tiempos en relación a las cosas físicas y naturales. Sin embargo, en el ámbito espiritual, este proceso ha existido desde hace mucho, es muy antiguo y no es nada nuevo: Dios es el Gran Fundador del proceso de reciclar.
En relación a nuestra vida personal, Dios, desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), estableció un Plan Maestro de reciclamiento o transformación en caso de que nuestras elecciones futuras fueran incorrectas, pues en un principio....
“Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” Génesis 1:26
Cuando Dios nos creo, dio la capacidad o la vitalidad para: Expresarnos, para actuar, de ejercitar. En ese momento, se nos dio la capacidad y el aliento vital de movimiento y de expresión para propósitos eternos.
En un principio, recibimos esa capacidad, la fuerza para accionar y expresar la naturaleza de Dios o Su Semejanza. Pero más tarde fue puesta bajo un “controlador” equivocado, o dándole un “mal uso”; todo ello se convirtió en un poder pecaminoso.
Un día, el hombre hizo uso incorrecto de esa capacidad de expresión y actuación; hizo una elección bajo el estímulo e influencia de Lucifer, y entonces se corrompió, se ensució, se contaminó y llegó a tener una naturaleza sucia.
¿Qué fue lo que el hombre usó para producir esa forma malvada que ahora se llama: Pecado?… Lo que usó, fue esa capacidad vital de expresión y de acción de una manera totalmente equivocada.
El pecado es vitalidad, fuerza o energía usada equivocadamente, manchada y corrompida , está convertida en una fuerza rebelde y poderosa para atacar la naturaleza de Dios, para atacar y contra oponerse a: Su santidad, amor, justicia, paz, misericordia, ternura, gozo, gratitud, bondad, mansedumbre, fidelidad y paciencia. Transgrede las Leyes divinas y estorba los propósitos eternos del Señor.
La vitalidad de expresión y acción dada al hombre de parte de Dios, no es pasiva, sino por el contrario, es una fuerza vigorosa y activa.
Sabemos en la actualidad, que se puede tomar la energía del átomo y usarla para muchos usos. Que el poder atómico sea utilizado para propósitos benéficos o destructivos, depende de quien lo controle.
La vitalidad o fuerza se expresa de un modo u otro; puede ser usada para Dios o contra Dios; para lo santo o para lo corrupto; para la verdad o para el error y mentira. Es pecado cuando se usa en contra de Dios, en contra de lo santo y verdadero. La Palabra de Dios, declara que todos somos pecadores:
No hay justo, ni aún uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.... no hay quien haga lo bueno, no hay ni aún uno... por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.. Romanos 3:10-12,23
Todos somos culpables de hacer mal uso y abusar de esa capacidad vital, todos hemos pecado. Una y otra vez, todos hemos caminado por nuestras propias sendas voluntariosas e impulsivas debido a que en muchos casos, se ignora la perfecta voluntad de Dios; no hay nada bueno en el estímulo e influencia de la naturaleza corrompida del viejo corazón.
La misma Palabra de Dios que nos condena, nos abre la puerta de esperanza, porque a través de Jesucristo y Su muerte sobre la cruz, podemos tener el perdón de nuestros pecados; además, la experiencia participativa del proceso de reciclar o transformar nuestra vieja naturaleza y el retorno a la unión y crecimiento en la imagen y semejanza del Señor Jesús.
El hombre ha aprendido a convertir o reciclar la energía (llámese atómica, eléctrica o magnética) en formas útiles en el mundo natural, pero no entiende nada sobre la conversión de la energía o fuerza corrupta y pecaminosa en el ámbito espiritual.
Lo curioso, es que toda Obra de la Carne: Adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, envidias, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, homicidios y borracheras. (Gálatas 5:19-21) en un principio, todo era santo y verdadero. Cada porción de ellas en particular, tenían un propósito santo y verdadero. Incluso si pensamos en las malvadas: Hechicerías, un día esta vitalidad o fuerza corrupta que es usada para esos fines equivocados, era santa en Dios, y la cual fue dada para ser usada en relación al Creador, y no en relación a Lucifer o a las criaturas. Pero... ¿Cuál sería el uso correcto de esa capacidad viva que hoy es usada para las hechicerías?
Entonces una nube cubrió el tabernáculo del testimonio (en el Tabernáculo de Moisés), y la gloria de Jehová hinchió el tabernáculo. Éxodo 40:34 Éxodo 19:16
Nube en Hebreo, es: anán 6051
Concordancia James Strong en Español
Significa: Una nube como cubriendo el cielo, niebla, una cobertura, encantar.
Esta palabra esta relacionada con la palabra 6049, y que tiene que ver con: Hechicería, mágico, adivino, agorero, practicar magia, mirar, observar, actuar encubiertamente.
Entonces, esta nube que acompaña la presencia de Dios, el Padre, es un tipo de poder atrayente, la cual mueve el encanto, el deleite y satisfacción hacia la naturaleza y la gloria de Dios.
Esta capacidad de acción en el hombre, fue estimulada e influenciada por las tinieblas del enemigo, y entonces fue usada para encontrar encanto y deleite en las cosas ocultas de Lucifer, al grado de que la gente queda como hechizada y sus sentidos cautivados.
Es increíble lo que poseíamos cuando fuimos creados, teníamos la capacidad y el poder de movernos en una dimensión santa, de encanto, de deleite y dulzura que se encuentra en un ámbito mucho muy cercano a la presencia del Padre Celestial.
Otro ejemplo, es que al principio, cuando fuimos creados, se nos dio una singular porción de vitalidad, o una corriente de vida que generaba un enojo santo. A causa del pecado se convirtió en enojo pecaminoso, agresivo y destructivo. Dios mismo posee enojo santo.
“Porque mi determinación es reunir las gentes, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el furor de mi ira....” Sofonías 3:8
El enojo de Dios se manifiesta cuando hay falta de respeto a Su voluntad divina, y a Sus mandamientos. Este enojo en nosotros en un principio, era santo, pues fuimos hechos a semejanza de Dios, pero el pecado lo corrompió y lo condujo por un camino equivocado. Incluso, en una condición santa y pura, la naturaleza de los celos se encuentra en el Creador, pues Dios mismo es celoso.
…no te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu dios, fuerte, celoso... Éxodo 20:5
El caído Lucifer, hurtó algo de este celo y lo corrompió, convirtiéndolo en celo por imágenes equivocadas, y esto, estimula en la mente y corazón de las gentes. Cuando una persona usa mal y abusa de esta vitalidad o fuerza de celo, se ve arrastrado a cometer los actos más atroces a corto, mediano y largo plazo; afecta no solo su propia vida sino también la de aquellos que se mueven en su entorno; por lo tanto, toda persona cristiana y no cristiana, posee celos corruptos en el eje de su voluntad.
Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos á nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros. 1 Juan 1:8
El Plan Maestro de Dios para nuestra redención y transformación, incluye un proceso espiritual de reciclar: El reciclamientos de todo tipo de pecado. Dios desea reciclar o transformar nuestra energía o fuerza corrupta para ser usada para el propósito para el cual fue creada y otorgada.
Cuando confesamos nuestros pecados y nos arrepentimos de ellos debemos pedir a Dios, que ellos sean transformados por medio de la Sangre de Jesucristo, del Fuego del Espíritu Santo y las Aguas del Nombre, Muerte y Vida de Jesús.
Si somos sinceros al orar, sin duda, que todo pecado confesado y arrepentido será puesto en la “máquina de lavado” de Dios; serán lavados y reciclados para un nuevo funcionamiento, la substancia de ellos será cambiada y adquirirá el poder de acción para vivir o conducirse en aquello que es: Verdadero, justo, puro, amable, virtuoso y digno de alabanza. Filipenses 4:8
Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Isaías 1:18
Esta Escritura habla de un proceso de transformación.... Del proceso de reciclar, de cambiar la naturaleza de los pecados: …si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos.
Cuan bueno es Dios, Él pone detrás de Sus espaldas nuestros pecados; Jesús puso ahí aspectos de Su Sangre, formó un río de remisión.... Con ello, creó una gran máquina de lavado y transformación.
“Porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados”
Isaías 38:17
¡Como una gran máquina de lavado, recicla toda fuerza y vida pecaminosa; cuando hacemos lo que debemos hacer para que los pecados sean puestos en el Mar de Olvido de Dios, entonces serán transformados y regresados a nuestra vida para darles un nuevo uso.
El tornará, El tendrá misericordia de nosotros, El sujetará nuestras iniquidades, y echará en los profundos de la mar todos nuestros pecados. Miqueas 7:19
Por lo tanto: Humillémonos a los Pies del Señor, vayamos al arrepentimiento, entreguemos nuestra vitalidad o fuerza corrupta y pidamos a Dios la Sangre de Jesucristo, el Fuego del Espíritu Santo y las Aguas del Nombre, Muerte y Vida de Jesús sobre esas porciones pecaminosas confesadas y entregadas; creamos que se va a dar el reciclamiento: Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos… Antes de terminar nuestra oración de arrepentimiento, pidamos al Señor que ya reciclado o transformado regrese a nosotros con una nueva naturaleza, y entonces tenga una nueva funcionalidad.
Es la Sangre de Jesucristo tras las espaldas del Padre la que transforma la vitalidad y fuerza pecaminosa en nieve y blanca lana de pureza. Cada pecado confesado, arrepentido y transformado regresa al cristiano como nueva energía que dará fuerza para luchar contra otras porciones de la vieja naturaleza.
Es verdad, Dios en Su naturaleza perdonadora, cuando le confesamos, entregamos y nos arrepentimos del pecado, Él nos perdona, pero si hasta ahí queda nuestra oración y no pedimos su transformación y el regreso de esa substancia reciclada a nuestra vida, entonces no regresará a nosotros para dar la vitalidad para ejecutar acciones nuevas. Este proceso de reciclamiento o de cambio, es un trabajo en el cual debemos tomar la iniciativa. Si primero hacemos nuestra parte: Confesar el pecado, arrepentirnos, y pedir a Dios la transformación de esa naturaleza pecaminosa, entonces Dios hará Su parte: Transformará esa naturaleza de grana o como el carmesí, en nieve o blanca lana. No esperemos que Dios haga nuestra parte del trabajo.
Cuando la vitalidad o fuerza pecaminosa ha pasado por este proceso de reciclamiento o de transformación y cambio, Dios le ve como la energía buena y santa que originalmente creó y puso en la vida de la persona.
La substancia, fuerza y vitalidad reciclada, podrá ser ahora usada para estudiar la Palabra de Dios... Para orar… Testificar, alabar y adorar; para servir en la obra de Dios; e incluso, para poder ser útiles para el bienestar familiar, y el bien de otros.
Sin este proceso de reciclar, no se pueden esperar cambios radicales en el modo de sentir, pensar, hablar y accionar. Es verdad, el creyente puede manifestar una vida diferente fundamentada en la fuerza de voluntad; sin embargo, ello no es una garantía de un cambio definitivo, pues la fuerza de voluntad no garantiza nada por sí misma; solo el proceso espiritual de reciclar por medio de la oración puede generar los elementos necesarios para esos cambios verdaderos y definitivos.
Qué importante es que como cristianos, jamás olvidemos confesar nuestros pecados, arrepentirnos y apartarnos de ellos; a la vez, pedir al Padre Celestial, los transforme en energía o vitalidad santa, y la regrese, y la deposite en nuestro nuevo corazón. De esta manera, creceremos en la recuperación de la imagen y semejanza de Dios que poseíamos al principio.
Cada uno de nosotros, tenemos un océano de substancia y fuerza viva, que será gastada o usada, ya sea bajo el control y dirección del mundo, la carne o el diablo; o bajo el gobierno del Señor Jesucristo.
La mayoría de los creyentes, solo han tenido una limitada idea sobre el tema del pecado, y la mayoría han pensado que cuando se confiesan y se arrepienten de ellos, simplemente es arrojado fuera, quedando en nada, pero es una idea equivocada, porque la energía no puede ser destruida o aniquilada, o terminar en nada, solo puede ser transformada en otro tipo de energía.
Sin embargo, es necesario poner un punto en claro, los pecados confesados y arrepentidos, no son transformados en el instante que los confesamos y recibimos perdón, Dios nos da la oportunidad de demostrarle al diablo que no vamos a volver a tomar ese mismo pecado.
El diablo puede hacer brincar ese pecado frente a nosotros y continuar acusándonos con él, pero esa es nuestra oportunidad de mostrar al diablo el poder y la gloria de la Sangre de Jesucristo, y mostrarle que el proceso de reciclar de Dios, es efectivo y con una garantía eterna.
Por lo tanto, no hay nada nuevo debajo del sol, el proceso de reciclar es muy antiguo; Dios mismo lo ideó, lo diseñó y lo ha hecho funcionar desde la eternidad pasada.
Hoy... son pocas las personas sobre la faz del mundo, que no han escuchado acerca de este proceso de reciclar en su ámbito físico y natural; sin embargo, son muy pocos los que han oído acerca de este proceso espiritual de reciclamiento que opera Dios mismo para transformar o cambiar la naturaleza de nuestra substancia y fuerza pecaminosa.
Claro... esto será así, si nos prestamos a ese proceso diario de transformación, y entonces.....
...somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza (del Señor), como por el Espíritu... 2 Corintios 3:18
Algunos extractos fueron tomados del libro: “El Árbol del Enojo”
Autor: B.R.Hicks
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