lunes, 19 de noviembre de 2012

TRANSFORMACIÓN III

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EL PROCESO DE RECICLAR EN LA TRANSFORMACIÓN

¿Hay algo que se pueda decir: He aquí esto es nuevo?   Ya fue en los siglos que nos han precedido...    Nada hay nuevo debajo del sol”.  Eclesiastés 1:9-10

El proceso de reciclar materiales de desecho es una novedad en nuestro tiempo. Reciclar es un proceso donde materiales de desecho son recolectados y transformados,  y que pueden ser  reutilizados como nuevos productos o materias primas.

 

En el ámbito espiritual, este proceso ha existido desde hace mucho tiempo, es muy antiguo, y no es nada nuevo, Dios es el Gran Fundador del proceso de reciclar. En relación a nuestra vida personal, Dios, desde la eternidad atrás o en el tiempo pasado, estableció un Plan Maestro de reciclamiento  o transformación en caso de que nuestras elecciones fueran incorrectas, pues en un principio....

 

Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.    Génesis 1:26

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Cuando Dios  hizo al hombre, le dio la capacidad o vitalidad para expresarse, para actuar, el poder de ejercitar; esto se llama: Energía o poder.    En ese momento, le dio el poder de movimiento, de expresión y vitalidad para ejercer.  En un principio, ese poder  fue otorgado para accionar y expresar la naturaleza de Dios, o Su Semejanza.  No hay nada moralmente malo en la energía o fuerza tal como Dios la ha creado,  pero puesta bajo un “controlador” equivocado, o dándole un “mal uso”, es lo que la convierte en pecado. Un día, el hombre hizo uso incorrecto de esa capacidad de expresión y actuación; hizo una elección por la voluntad de Lucifer, y entonces esa energía se corrompió, se ensució, se contaminó y llegó a tener una naturaleza pecaminosa.

 

Por lo tanto... ¿Qué fue lo que el hombre usó para producir esa forma malvada que ahora se llama: pecado?   Lo que usó en su libre elección, fue esa fuerza, poder o energía; esa capacidad y vitalidad de expresión y de acción de una manera totalmente equivocada.

 

Por lo tanto: ¡El pecado es energía o poder  mal usado y usado con abuso!    El pecado es poder usado equivocadamente, manchado y corrompido hasta ser transformado en una fuerza rebelde y poderosa para atacar la naturaleza de Dios (santidad, amor, justicia, paz, misericordia, ternura, gozo, gratitud, bondad, mansedumbre, fidelidad, paciencia, etc.)  y transgredir Sus Leyes y estorbar Sus Propósitos eternos.

 

El poder o energía, no es pasiva, sino por el contrario, es una fuerza potente y vigorosa. Ahora sabemos que se puede tomar la energía del átomo y usarla para muchos usos.  Que el poder atómico sea utilizado para propósitos benéficos o destructivos, depende de quien lo controle.   La poderosa energía se expresa de un modo u otro; puede ser usada para Dios o contra Dios; es pecado cuando se usa en Su contra.   La Palabra de Dios, declara que todos somos pecadores:

“No hay justo, ni aún uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.... no hay quien haga lo bueno, no hay ni aún uno...  por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios...”    Romanos 3:10-12,23

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Todos somos culpables de hacer mal uso y abusar de esa energía, todos hemos pecado. Una y otra vez, todos hemos caminado por nuestras propias sendas voluntariosas e impulsivas debido a que en muchos casos, se ignora la perfecta voluntad de Dios; no hay nada bueno en nuestra vieja naturaleza corrompida.  Pero la misma Palabra de Dios que nos condena, nos abre la puerta de esperanza,  porque a través de Jesucristo y Su muerte sobre la cruz, podemos tener el perdón de nuestros pecados; además, la experiencia del proceso de reciclar o transformar nuestra vieja naturaleza, y el retorno a la unión con Él.

 

El hombre ha aprendido a convertir la energía o reciclarla en formas útiles en el mundo natural, pero no entiende nada sobre la conversión de la energía corrupta y pecaminosa en el ámbito espiritual hasta que personalmente no ha entrado por la puerta abierta de la salvación.

 

Lo curioso, es que toda obra de la carne (adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, envidias, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras**, contiendas, homicidios, borracheras, etc.  Gálatas 5:19-21) en un principio, eran poder o energía santa.  Incluso si pensamos en los diversos tipos de pecado.

 

Un ejemplo; al  principio, cuando fuimos creados, se nos dio una singular porción de vitalidad o fuerza que generaba un enojo santo.  A causa del pecado se convirtió en enojo pecaminoso, agresivo y destructivo. Dios mismo posee enojo santo:

“Porque mi determinación es reunir las gentes, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el furor de mi ira....”   Sofonías 3:8

 

El enojo de Dios se manifiesta cuando hay falta de respeto a Su voluntad divina, y a Sus mandamientos, este enojo en nosotros en un principio, era santo, pues fuimos hechos a semejanza de Dios, pero el pecado lo corrompió y lo condujo por un camino equivocado.  Un día esta energía corrupta que hoy es usada para esos fines equivocados, era energía santa en Dios, y la cual nos fue dada para ser usada en relación al Creador, y no en relación a Lucifer o a las criaturas.

 

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El Plan Maestro de Dios para nuestra redención y transformación, incluye el  proceso de reciclar.... ¡¡El reciclamientos de nuestros pecados, o de esos tipos de energía corrupta!!  ¡¡Dios desea reciclar nuestra energía!!   Cuando confesamos nuestros pecados, y nos arrepentimos de ellos, y le pedimos los transforme por medio de la Sangre de Jesucristo, del Fuego del Espíritu Santo; y las Aguas del Nombre, Muerte y Vida de Jesús, entonces ellos serán puestos en la “máquina de lavado” de Dios; los lavará, y los reciclará para un nuevo funcionamiento y una nueva utilidad, pues la naturaleza de ellos será cambiada y adquirirá una nueva naturaleza que generará el poder de acción para vivir o conducirse en aquello que es: Santo, justo, amable, virtuoso, y digno de alabanza.      Filipenses 4:8

 

“Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”    Isaías 1:18

Esta Escritura habla de ese proceso de transformación, del proceso de reciclar, de cambiar la naturaleza de los pecados.  Cada pecado confesado, arrepentido, y transformado.... Regresa al cristiano como un paquete de nueva energía y que dará la fuerza para luchar contra otras porciones de la vieja naturaleza.

 

Solo que... No ignoremos que este proceso de reciclamiento o de cambio, es un trabajo en el cual debemos tomar la iniciativa.   Si primero hacemos nuestra parte: Reconocer y confesar el pecado, arrepentirnos, y pedir a Dios la transformación de esa energía pecaminosa por medio de la Sangre, el Fuego y las Aguas del Nombre, Muerte y Vida de Jesús, y pedirle que ahora sea depositada en nuestro nuevo corazón; entonces Dios hará Su parte: Transformará esa energía que es como la grana o como el carmesí, en nieve o blanca lana.    No esperemos que Dios haga nuestro trabajo.

 

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Entonces....  Cuando la fuerza o energía pecaminosa ha pasado por este proceso de reciclamiento o de transformación y cambio, Dios le ve  solamente como la energía buena y santa que originalmente creó.  La energía reciclada puede ser vitalidad y poder para estudiar la Palabra de Dios...  para orar,  testificar, alabar y adorar, para servir en la obra de Dios; e incluso, para poder ser útiles para el bienestar familiar, y el bien de otros.

 

Cada uno de nosotros, tenemos un océano de energía, que será gastada o usada, ya sea bajo el control y dirección del mundo, la carne o el diablo; o bajo el gobierno del Señor Jesucristo.  La mayoría de los creyentes, solo han tenido una vaga idea sobre el tema del pecado, y la mayoría han pensado que cuando se confiesan y se arrepienten de ellos, simplemente es arrojado fuera quedando en nada, pero es una idea equivocada, porque la energía no es destruida o aniquilada, solo puede ser transformada en otro tipo de energía.

 

Sin embargo, es necesario tener en claro, los pecados confesados y arrepentidos, no son transformados en el instante que los confesamos y recibimos perdón; Dios primero nos permite ser probados en ese pecado, nos da una oportunidad de demostrarle al diablo que no vamos a volver a tomar ese mismo pecado.   El diablo puede hacer brincar ese pecado frente a nosotros y continuar acusándonos con él, pero esa es nuestra oportunidad de mostrar al diablo el poder y la gloria de la Sangre de Jesucristo, y mostrarle que el proceso de reciclar de Dios, es efectivo y con una garantía eterna.     Por lo tanto, no hay nada nuevo debajo del sol, el proceso de reciclar es muy antiguo; Dios mismo lo ideó, lo diseñó y lo ha hecho funcionar desde la eternidad pasada.

 

...somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza (del Señor), como por el Espíritu...   2 Corintios 3:18

 

Por lo tanto, humillémonos a los Pies del Señor y vayamos al arrepentimiento, y entreguemos nuestra energía corrupta, y pidamos a Dios que la transforme, dejemos que el Señor la recicle y la regrese a nosotros con una nueva naturaleza, y entonces tenga una nueva funcionalidad, y regrese transformada en  energía de nieve y blanca lana de pureza.

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ENEMIGOS DE LA TRANSFORMACIÓN

Las mariposas monarcas son consideradas como uno de los insectos con  mayor resistencia sobre la Tierra.  A pesar de que son demasiado frágiles, se las arreglan para lograr algo que sólo animales más grandes y más fuertes (como los salmones y las golondrinas del Ártico) pueden hacer: ¡La migración a lejanas distancias!

 

El fenómeno migratorio de la mariposa monarca, que recorre cerca de 4,500 km. desde Canadá hasta la Sierra Madre Occidental de México,  Michoacán y Estado de México, es uno de los eventos biológicos más atractivos del mundo.  En esta viaje migratorio millones de mariposas monarca recorren hasta 120 km. por día,

 

Durante su ciclo de reproducción, las mariposas deben sortear a diversos enemigos naturales como los pájaros, los cambios bruscos de temperatura, fuertes vientos, posibles heladas y sobre todo, la acción depredadora de algunos taladores que todavía hay en la región.   Aparte del frío, la mariposa monarca tiene como enemigos naturales a los roedores y las aves, a los que se suma el hombre,

La investigación muestra como principales depredadores naturales del insecto a algunas aves que devoran larvas y adultos. Igualmente se encontró que un hongo  ataca las pupas cuando las condiciones ambientales le son favorables.  Muchas aves, batracios, pequeños mamíferos e inclusive algunos insectos entre otros animales, hacen de las orugas y mariposas su alimento, y por consiguiente, sus enemigos naturales.  Arañas tejen sus redes atrapando mariposas que serán parte de su dieta.  También son atacadas por agentes patógenos, virus, bacterias y parásitos que, en ocasiones, merman considerablemente a las poblaciones de mariposas.

 

APLICACIÓN ESPIRITUAL EN EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN.

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Cada creyente, es partícipe de una “guerra espiritual”, no la puede evitar.  La guerra del cristiano es diaria, las 24 horas del día; enemigos espirituales se unen en el propósito de evitar el progreso de crecimiento en la Estatura espiritual del Señor Jesucristo.

 

Específicamente se cuentan tres tipos de enemigos en la transformación de la vida del creyente: la carne,  el mundo y el diablo.  Ellos están unidos para pelear, y obstaculizar el Plan y el Propósito de Dios en las vidas de Su Pueblo.  Esta es la posición que tenemos como cristianos: Tenemos “enemigos externos e internos”.  Esta influencia y mover espiritual son una incómoda realidad,   Es  importante que el cristiano tenga consciencia de su guerra espiritual. Esta visión, debe estar establecida en relación al nivel de crecimiento del cristiano.  Una cosa es tener el nivel de crecimiento espiritual solo en el ámbito del Atrio, o Pies de la estatura, conforme al Tabernáculo de Moisés.  Otra, es tener crecimiento al nivel de los Hombros o Lugar Santo; y diferente, es tener la madurez al nivel de la Cabeza o Lugar Santísimo.

 

Cuando  crecemos o maduramos en una notable medida en la relación de amor con el Señor Jesucristo, nuestra visión es centrada en Jesús, Autor y Consumador de la fe.   Hebreos 12:2   En esta posición, nos damos cuenta que el enemigo número uno del proceso de metamorfosis y transformación, es elNecio y Viejo Yo”,  éste guerrea desde el ser interno.   Por lo tanto, nuestra “prioridad” en esta guerra principal, se libra en nuestro corazón, y contra todas las tendencias, hábitos y costumbres que llevan a vivir aferrados a la falta de separación de todo aquello que no tiene el sello de la naturaleza del Señor.

 

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En medio de las adversidades, del dolor, del maltrato, enfermedad, de la falta de dinero, de la aflicción, y humillación, por lo regular se manifiesta la  naturaleza pecaminosa del viejo corazón. Solo basta, que las cosas no salgan como se espera, o no brinden el trato que se desea,  entonces la fuerza de la vieja naturaleza pecaminosa se hace manifiesta.  La carne es el más poderoso y escondido  enemigo espiritual que batalla contra la transformación de la vida del cristiano.

“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos,  y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

1 Juan 2:16

“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu...   y manifiestas son las obras de la carne, que son: Adulterio, fornicación,  inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, etc.  Gálatas 5:17-21

 

El segundo enemigo de la transformación: El mundo

La Biblia dice:

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.   1 Juan 2:15

Una vida mundana, tiene que ver con una actitud, una visión sensual y materialista de la vida;  centra su atención en satisfacer los apetitos y deseos carnales.    Los cristianos nos encontramos en conflicto diario con el mundo que nos rodea.  Somos bombardeados y seducidos por una gran diversidad de imágenes Anti-Dios;  Anti-Verdad.

 

Estas imágenes son usadas para deformar y confundir la imagen de la Verdad de Dios. Y de hecho, lo están logrando: Hoy en el mundo se ha disparado la promoción de prácticas relacionadas con lo oculto y lo tenebroso; relaciones sexuales ilegítimas; consulta de Horóscopos;  pornografía; posesión de amuletos o talismanes; consumo y venta de drogas alucinógenas; constantes obscenidades; brujería o satanismo; hallowen; películas de terror; tipos de música rock duro o pesado; perforaciones en la piel por la moda; tatuajes;  perversiones sexuales; proyección astral y yoga;  pederastia; sesiones espiritualistas; limpias con ramas o huevos; etcétera. Todas estas prácticas y otras son promovidas por el mundo y fundamentadas en una influencia de las tinieblas.

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Tenemos además, una confusión y distorsión en los usos costumbres de la estética del hombre y de la mujer. Hombres que usan: Aretes, perforaciones; tatuajes; cejas depiladas; pelo largo; ropa femenina; etc.  Se ha generado una condición de mezclas confusas.

Corrupción y deformación en las relaciones familiares y matrimoniales (adulterio; fornicación; violencia; irresponsabilidad).

Corrupción en la política y en muchos otros ámbitos. E incluso en los espectáculos (artistas se casan, se divorcian, para volverse a casar varias veces más, otros salen del closet y se declaran gays).

El mundo trata de seducir con sus máximas o valores que se oponen a los valores del Evangelio.

“Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo como león rugiente, anda buscando a quien devorar”. (1 Pedro 5:8).

 

El tercer enemigo de la transformación

El diablo o Lucifer  y además, sus ejércitos de ángeles caídos, los cuales de manera especial, desatan su destrucción y ruina sobre aquellos cristianos que van creciendo en la transformación de su pecaminosa naturaleza.  Trabajan para destruir todo los valores morales y espirituales con tal de que la humanidad viva bajo maldición y condenación.

 

En la guerra externa, somos objeto de ataques por parte de los ejércitos de Lucifer caído y sus ejércitos.  Es increíble la diversidad de criaturas de las tinieblas que trabajan para evitar la transformación del cristiano que ha decidido crecer en esa metamorfosis espiritual.

 

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Enumeremos solo algunas de ellas:   Atormentadores.  Mateo 15:21-28;  De Traición. Juan 6:70-71; Fieros en gran manera. Mateo 8:28:32;  Persuasivos.   Hechos 13:6-8;  Ciegos.   Mateo 12:22;  Mudos.    Mateo 9:32-33;  Lunáticos  Mateo 17:14-18;   Familiares     Levíticos 20:5-7;  Inmundos     Mateo 10:1;  Malos. Lucas 7:21; Seductores.  1 Timoteo 4:1-2; Principados; Potestades; Gobernadores de las tinieblas; Malicias espirituales.  Efesios 6:12

 

Estos son solo algunos ejemplos de los tipos de enemigos externos que batallan con tal de evitar la transformación de la vieja naturaleza del cristiano.

 

En el Éxodo de los Israelitas de Egipto a Canaán, podemos aprender esta lección de los tres enemigos de la transformación, o del vivir una vida de consagración y separación. Egipto representa el mundo; Faraón representa a Lucifer.  En el desierto se manifestó la lucha contra la carne, pues por lo regular siempre estuvieron en una condición de murmuración, queja, desánimo, insatisfacción y molestia debido a las circunstancias que enfrentaron.

 

Así que, no olvidemos que nuestra “prioridad” en esta guerra espiritual, se libra en nuestro corazón, y contra todas las actitudes, reacciones, hábitos, expresiones y costumbres de la vieja naturaleza, o del “Yo” corrupto. De la misma manera como acontece en la metamorfosis de la mariposa monarca, es alto el porcentaje de mortalidad espiritual en el pueblo de Dios, no tienen visión acerca de la transformación; fácil se desploman en su intento de madurar en Cristo, y solo se limitan a vivir una vida cristiana fundamentada en la costumbre y en lo rutinario.

 

Por lo tanto: No cedamos una sola pulgada en nuestro propósito de vivir en el proceso diario de transformación con tal de progresar o crecer en la Estatura perfecta del Señor Jesucristo, el Esposo Celestial.

 

ELEMENTOS DE CAMBIO O TRANSFORMACIÓN

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Dios no promete que pondrá un remiendo en nuestro quebrantado y viejo corazón.  Su deseo es que tengamos un nuevo corazón y un espíritu recto; una vida transformada.  Nuestra vieja naturaleza es pecaminosa para ser remendada o parchada, necesita un cambio profundo y total.

 

Alguien expresó en cierta ocasión: “Yo procuré mejorarme a mí mismo durante mucho tiempo, sin obtener buenos resultados; cuando comencé a intentarlo, descubrí que tenía dentro de mí a una bestia, y luego, cuando dejé de intentarlo, tenía a diez bestias.  En vez de volverme mejor, me volví peor”.

 

Es muy cierto que la naturaleza humana no puede ser mejorada, pues muchos lo han intentado, pero siempre han fracasado”. La santificación del cristiano es un proceso de toda la vida, por medio de la Crucifixión y entrega diaria de la vieja naturaleza.  Y todo ello sustentado o fundamentado en los Elementos o Recursos apropiados que Dios provee para ello, y los cuales ya hemos mencionado en las lecciones anteriores.  Veamos entonces estos Recursos de transformación e ilustradas en:

 

LAS TRES EXPERIENCIAS QUE LOS SACERDOTES DEBÍAN TENER PARA SANTIFICARSE,  ANTES DE PODER ENTRAR AL “LUGAR SANTO” O EN OTRO CASO AL “LUGAR SANTÍSIMO”.

Fallar en este proceso, acarreaba la muerte.

A partir del verso 7 de Levítico 9, hasta el final, vemos en parte, el proceso de santificación de Aarón y sus hijos para su propia expiación de pecados, y la reconciliación con Dios, y además, la del pueblo.

 

PRIMERO....  Estaba el sacrificio o muerte de algún animal.

La sangre derramada del animal, se tomaba, se ponía sobre los cuernos del altar de sacrificio, y otra parte se derramaba al pie del altar.  Aquella sangre, solo era un cuadro o figura del derramamiento de la Sangre de Jesucristo en la cruz del Calvario.   Pues...

“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos... rociada a los inmundos, santifica para la purificación de la carne.  ¿Cuánto más la Sangre de Cristo,  limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte...?   Hebreos 9:13:14

 

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Entonces este es el primer “Elemento o Recurso” que Dios nos otorga para nuestra purificación y transformación: ¡La Sangre espiritual del Señor Jesucristo!  (la cual debemos invocar a través de la oración de fe... todos los días), Ella nos limpia de todo pecado confesado y arrepentido, y nos va transformando.    1 Juan 1:7  Como una experiencia inicial, adquirimos una porción de esta Sangre, cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador.   Sin esta primera experiencia, el sacerdote no podía obtener la segunda.

 

Después de la aplicación de la sangre, el sacerdote colocaba sobre el Altar algunas piezas del animal.  Entonces empezaba a manifestarse la Gloria de Jehová, salía fuego de delante de Jehová y consumía el holocausto.   Versos 23 y 24 de Levítico 9

 

La SEGUNDA experiencia, era el “FUEGO”.

El cual es un tipo del Fuego del Espíritu Santo; y el cual en oración, también podemos invocarlo para que consuma, purifique y transforme la naturaleza de nuestros pecados confesados y arrepentidos.  Una porción de este Fuego y como una experiencia inicial, lo adquirimos cuando hemos recibido el Bautismo con el Espíritu Santo.

 

La TERCERA experiencia, era:  Que ellos se “LAVARAN” EN LAS AGUAS DEL LAVAR O LAVACRO.   Éxodo 40:31-32

Estas aguas, eran una figura de las Aguas del Nombre, Muerte, y Vida de Jesucristo.    Romanos 6:3-6  Nosotros hoy, adquirimos un aspecto inicial de esta experiencia cuando hemos sido bautizados en Agua.

 

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Estas tres experiencias en nuestra vida (Sangre; Fuego y Agua), las tuvimos como una experiencia inicial, pero a través de la oración, cada día debemos invocar Sangre; Fuego y Agua para obtener limpieza, santificación y purificación de nuestros pecados diarios, y así acercarnos de manera confiada a la santa presencia de Dios.   No existen otros elementos básicos que Dios haya provisto para nuestra santificación y transformación fuera de éstos.  Es verdad, también encontramos santificación por medio de la Palabra de Dios, y por medio del Espíritu Santo, pero Sangre; Fuego y Agua son los Elementos básicos.

 

La santificación de los sacerdotes antiguos estaba acompañada de ceremonias y actos literales, hoy la preparación de los hijos de Dios, se fundamenta sobre una vida de oración de limpieza y santificación.   Entonces, como sacerdotes espirituales (Apocalipsis 1:6), tenemos el deber de prestarnos a una meticulosa preparación para poder allegarnos a Dios, y crecer en la transformación en Cristo,  y así incursionar en las experiencias que se encuentran en el Lugar Santo y Lugar Santísimo.

 

Pero... ¿Por qué tanta insistencia en buscar cada día esta preparación y proceso de limpieza para acercarse al Señor?  ¿No pareciera que esto se va a convertir solo en una forma rutinaria al paso de los días?    Entonces..  ¿Por qué a pesar de que no he buscado esa preparación en oración, de todas maneras siento la Presencia de Dios?.

Primero, se insiste, y se recalca la importancia de este trabajo en oración, pues recordemos que los Principios de Dios en este aspecto, no han cambiado, siguen en vigor, son principios morales y espirituales; no son ceremoniales... ¡Dios es Santo y nadie debe acercarse de manera extraña a Su presencia!     Segundo, este proceso de santificación y transformación diaria a través de Sangre; Fuego y Agua no tiene porque convertirse en una forma rutinaria.  Dios lo demandaba de los sacerdotes dos veces al día,  mañana y tarde.      Éxodo 29:39  “Ofrecerás el un cordero á la mañana, y el otro cordero ofrecerás á la caída de la tarde..”

 

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Tercero....  A pesar de no saber, ni practicar este proceso de santificación a través de Sangre, Fuego y Agua, se puede experimentar la presencia de Dios. En muchas ocasiones el Señor permite esto debido a Su gran misericordia y amor por el pecador; sin embargo, en la medida que el creyente crece en su vida espiritual, entonces Dios le demanda que trabaje en oración para santificarse si es que pretende crecer en la Perfecta naturaleza santa del Señor Jesucristo. Pues:  “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia..”   Isaías 64:6

 

No hay ninguna buena obra o justicia que nos acerque a la presencia de Dios, solo la Sangre de Cristo genera el inicio a ese acercamiento.   A veces podríamos pensar que se necesita haber pecado de manera grave como para que adquiramos una mala condición espiritual, que impida ese acercamiento..... Pero: “... la paga del pecado es muerte...”     Romanos 6:23   Un solo pecado, genera muerte, y lo muerto no puede estar en la presencia de Dios.    Así que, si a pesar de no practicar ese proceso de limpieza, se puede experimentar la Presencia de Dios, no significa que se tenga una condición espiritual adecuada, el Señor solo lo hace por misericordia y por alguna razón especial en ese momento.

 

Entonces, es sensato, y prudente el hecho de que cada día, antes de intentar acercarse al Santo Dios,  nos prestemos a la oración de limpieza, y santificación, por medio de la Sangre de Jesucristo; el Fuego del Espíritu Santo; y las Aguas del Nombre, Muerte y Vida de Jesús.   No se puede esperar un progreso en la transformación de la vieja naturaleza solo por el hecho de asistir a la iglesia, o por la participación en el servicio en la obra de Dios, o por darnos a evangelizar, o haciendo otras buenas obras.

 

¿Exageración? … ¡No!    O Acaso…  ¿Todo ese proceso de limpieza y purificación se estableció solo para los sacerdotes del Antiguo Testamento? ¡No!   “Porque yo Jehová, no cambio...” Malaquías 3:6    Ahora ya sabemos este principio... y entendamos que  sin confesión y arrepentimiento de los pecados, y la entrega de las obras de la carne y la aplicación de Sangre; Fuego y Agua no lograremos crecer en la metamorfosis, en la transformación, en el proceso de reciclamiento y experimentar nuevos nacimientos.

 

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Hay momentos en que nos cansamos de llevar cargado al viejo hombre…al cuerpo de muerte… es como llevar cargado un cadáver a todas horas y a todo lugar.   Quisiéramos que Jesús nos cambie al instante y de manera total y para siempre… pero Su Plan es diferente a lo que esperamos… Sin embargo, podemos acelerar el Proceso de transformación en la medida que usamos e invocamos los poderosos Recursos de Dios… ellos son:  ¡¡Cambia vidas!!    “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”  Juan 10:10

 

Pero...  ¿Qué tipo de vida estamos viviendo? ¿Gozamos de la vida abundante que fue diseñada para un pueblo singular, para una nación santa, y para aquellos que son considerados por Dios como un especial tesoro?. ¿Cómo andan nuestro hijos, esposo, esposa, parientes, etcétera.?  ¿Qué tal nuestro trabajo, negocio, o empresa?  ¿Cuál es el ambiente que se percibe en nuestro hogar?  ¿Por qué vivimos lejos de lo planeado por Dios?

¡Jesús nació, vivió, y murió para darnos una vida abundante! Luego.... ¿Entonces?  ¿Dónde está el mal o el error?    La causa más común es que: No usamos los Recursos que Dios ha provisto para nuestro bienestar.      ¿Fallan los recursos de Dios?  Sin duda,  que no.

Somos nosotros los que fallamos, al no darnos a aprender acerca de esos Recursos, o en otro caso, ignorarlos, no usarlos o no ser constantes en ello.

 

Si tan solo trabajáramos mas en invocar y experimentar esos efectivos Recursos ¡Cambia vidas!.  Podemos invocarlos todos los días…a cada hora…a cada minuto. Tendríamos como cristianos una vida más digna.

 

LA TRANSFORMACIÓN, UN PROCESO DIARIO

Cuando se piensa en un proyecto en la vida cristiana, por lo regular se planea para obtener  logros y éxitos espectaculares y grandes.  Pensar en grandezas en la Obra de Dios, no es nada malo, al contrario; en Dios tenemos que pensar en grande. Sin embargo, en ocasiones ello distrae el objetivo principal en la vida cristiana, que es: Crecer de manera personal en la Perfecta Estatura espiritual del Señor Jesucristo.  Crecer en Su naturaleza, en Su forma de pensar, hablar y actuar, y esto se logra por medio del prestarse cada día al proceso de transformación y cambio.

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Que importante es, saber y entender, lo poderoso que es el trabajo pequeño y constante, todos los días; muchos lo llamamos como el “trabajo de hormiga”; y este puede producir “cambios radicales” en las actitudes, reacciones, maneras de pensar, hablar y conducta en general.

 

Obviamente es fácil hablar del “trabajo hormiga”; hablar de una constancia y perseverancia en laborar en el proceso de transformación,  pero es algo difícil lograr vivir un estilo de vida en relación a este proceso diario.

 

A veces se llega a pensar inconscientemente, que para lograr obtener un buen incremento en de la Perfección de Jesucristo, basta asistir a las Convenciones; Retiros; Cultos Unidos y Cultos de Avivamiento.  O en otro caso, hacer ayunos por  varios días, y tener alguna semana con un gran incremento de Oración y estudio de la Palabra de Dios.  Obvio, todo esto es excelente, pero es más seguro y edificante trabajar en pequeñas mejoras diarias que tratar de obtener grandes cambios en periodos cortos de tiempo.

 

El propósito de este trabajo diario y constante, es la de crear un hábito o estilo de vida con fundamento Bíblico.   Cuando Dios en Su infinita misericordia, planeó y puso en marcha Su Plan Maestro de redención.  No solo pensó en librar al hombre de la condenación del infierno, sino también que pudiera obtener la provisión necesaria para limpiar, transformar y santificar totalmente su naturaleza pecaminosa, y así poder recobrar la esencia original, la cual Dios le había dado en un principio o en el momento que fue creado.

 

No podemos esperar recobrar la Completa y Perfecta Imagen y Semejanza de Jesucristo  en nuestra vida a menos que diariamente nos prestemos al proceso o trabajo de limpieza, depuración y transformación de nuestra pecaminosa naturaleza que aun poseemos y que se hace visible en las circunstancias y detalles que vienen a nuestra vida diaria, ya sean favorables o desfavorables.

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Jesús en Su Palabra mencionó, que de dentro del corazón de los hombres (creyente o no creyente) sale todo tipo de pecado.

“Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.  Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.  Marcos 7:19-21

 

Cuando a través de este modelo de oración de transformación y santificación, oramos a Dios y pedimos después de arrepentirnos que cambie la naturaleza de ese o esos pecados en particular que salieron de nuestro viejo corazón, es necesario pedirle que regrese esa energía ya transformada y la deposite en nuestro nuevo corazón. Solo de esta manera crecerá nuestro nuevo hombre.

 

No pueden producirse cambios verdaderos  y definitivos en la vida del cristiano, a menos que sea por medio de este diario proceso de depuración, limpieza y transformación. Este debe ser efectuado por medio de los recursos exactos y efectivos que Dios ha dado y que ya los hemos visto anteriormente. No conocer este proceso o fallar en su práctica diaria equivale a no recobrar ciertamente, la Imagen y Semejanza de Dios; tampoco se obtendrán las características espirituales que tendrá la Esposa del Señor Jesucristo. Todo el ministerio de los sacerdotes en el Antiguo Testamento, fue en figura o sombra de las cosas que hoy debemos hacer para obtener transformación y crecimiento espiritual. Dios nos ha hecho reyes y sacerdotes.  Apocalipsis 1:5

 

Es verdad, Cristo cumplió de una vez para siempre todos los sacrificios y ceremonias literales, sin embargo, aun cuando hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador personal, todavía brotan una diversidad de tipos de pecados cada día  que necesitan depuración y transformación, esto por medio de los poderosos recursos que Dios ha provisto para ello. En el ministerio diario sacerdotal, esos tres recursos o ingredientes de limpieza eran vitales para que el sacerdote pudiera penetrar al Lugar Santo.

 

Solo participando y cumpliendo el sacerdote este proceso tal como Dios lo había indicado, entonces podía penetrar al Lugar Santo y solo una vez al año al Lugar Santísimo.

“..las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas.”    Romanos 15:4

 

Son muchos los cristianos que al desconocer este modelo de oración de transformación de su naturaleza pecaminosa, solo reprimen cada día las obras pecaminosas de su vieja naturaleza, esto genera desaliento en el cristiano, porque al paso de los días se percata que sus malas actitudes o reacciones negativas o de molestia ocasionan una deshonra a Dios, y un mal testimonio para otros.

 

En otro aspecto, es necesario que cuidemos que nuestra oración a través de este modelo, no se convierta en una forma rutinaria y tediosa.  Necesitamos cada día acercarnos a Dios y orar mezclando un buen nivel de fe, con la seguridad de que vamos a obtener “algo” nuevo; con una expectativa de que obtendremos en algún ámbito nueva transformación; con la convicción de que Dios está ahí escuchando la oración y además con el gozo de saber que recobraremos “algo” de la original naturaleza.

 

Crear este hábito y estilo de vida, tiene una dificultad grande, pues cuando no hay la visión adecuada entonces tarde o temprano estaríamos expuestos a tener épocas espirituales prolongadas de frustración, crisis y bancarrota.

 

No es fácil trabajar todos los días en algo que no se conoce, y es  experimental.   Hay que ser perseverantes para lograr los objetivos.   La perseverancia es un esfuerzo continuo de lograr lo que nos proponemos.  Es un valor fundamental en la vida para obtener un resultado concreto, pues la transformación del creyente es un proceso… La "metamorfosis" lleva tiempo.  No existe un "dispositivo" u "olla de presión" espiritual para acelerar el proceso de la metamorfosis.  No nos transformamos en un parpadeo, sino que es un proceso diario y  de toda la vida.  Prosigamos a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:14).

 

Trabajemos espiritualmente  cada día para parecernos más al Esposo Celestial, al Señor Jesucristo.

Por tanto, nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18

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